Añoro aquellos viejos días en que la relación entre mi papá y yo era excelente.
Ciertamente, siempre ha sido una persona difícil de tratar, por su caracter impaciente y su personalidad controladora. Sin embargo, hubo un maravilloso periodo de tiempo, más o menos desde el quinto grado de primaria hasta el primer año de la preparatioria, en el que llevamos una relación estrecha y llena de confianza.
Sin embargo, con el paso del tiempo, las cosas fueron cambiando. No niego que en parte del detrimento de esta relación haya participado yo, pero siento que la mayor parte ha sido por él.
No sé si sea la edad, las tensiones del trabajo, su falta de relaciones interpersonales profundas más allá de la familia... Pero cada vez, desde entonces, es más intolerante, más irritable, más necio; al punto en que, de preferencia, prefiero ya mantener distancias con él, y procurar el contacto mínimo posible.
Yo sé que eso no es bueno, y de hecho, a mi mismo me da tristeza... Pero, realmente ¡no encuentro otra solución! He intentado hablar con él ya muchas veces, pero, realmente, no entiende de razones, y cualquier cosa que lo contradiga se hace completamente la víctima de la situación. En resumen, es imposible intentar hablar con él, salvo muy raras ocasiones en que se logra algún mínimo avance... Pero son sólo cambios o acuerdos efímeros, que al poco tiempo perecen y volvemos a lo mismo, si no es que peor.
Procuro ser un buen hijo. Me esfuerzo lo máximo en la escuela, procuro cumplir siempre con los horarios de llegada y salida, no digo malas palabras, no fumo, no tomo, no tengo "malas amistades" (como los padres suelen decir), siempre pido permisos para cualquier plan o salida que surja, procuro mantener el respeto, aún cuando me enojo con él y me exaspera...
Pero no, nada de esto es suficiente para él... ¿La razón? No hago las cosas al 100% tal cual quiere que las haga.
Ustedes dirán, "pues mayor problema, ¡haz todo así!". Pero ustedes no conocen a mi padre. Cuando digo que quiere que haga las cosas al 100% a su manera, es un 100% literal: Que haga lo que él quiera, cuando él quiera, con quien él quiera, en el lugar que él quiera, en la manera que él quiera... ¿Me entienden? Creo que ni un autómata de alta tecnología, que además contara con la capacidad de leer la mente, ¡podría tenerlo satisfecho!
Ahhh... Pero, ya qué, ese es mi padre, y, sea como sea, y aunque a veces me hace perder la cabeza totalmente, lo quiero, y mucho.
Ya llegará el día en que pueda salir por fin de la casa, y espero que la distancia y evitar el contínuo roce cotidiano, permitan que nuestra relación padre-hijo se recomponga un poco... Hasta entonces, ni modo, a aguantar.
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